miércoles, 25 de abril de 2012

Estanda del deportivo jerezano

!Hola a todos!. Voy a intentar describir a grandes rasgos la historia, que he conocido de aficionados más antiguos, y la fisonomía del palomo que cultivamos en la provincia de Cádiz, junto al buchón Gaditano.

Hace aproximadamente unos 50 ó 60 años, marineros alicantinos se asentaron por estas latitudes y más exactamente en mi vecino pueblo, El Puerto de Sta. María. Algunos de estos marineros eran aficionados a la colombicultura y, como no, se trajeron consigo su afición, ósea, sus palomos.

Aquellos pájaros por sus grandes dotes de trabajo, seducción y encierre de todo tipo de palomos rápidamente llamaron la atención de los vecinos del Puerto, extendiéndose rápidamente por todo el pueblo, así como luego más tarde a Jerez y Rota desplazando al buchón gaditano que era el que se cultivaba antes de estos.


Aquellos palomos, aunque parecidos entre sí, eran de dos tipos: a unos los conocían por "Alicantinos". Estos eran de cabeza fina pero acarnerada, frente muy ancha y larga hasta desembocar en las carúnculas. Estas eran en forma de corazón, cortas en dirección al pico y anchas hacia los lados. El mencionado pico era romo y curvo. En lo referente al aire eran de cola ligeramente abarquillada (vuelta hacia arriba), cuello corto, y levantado verticalmente aunque sin morro. Su vuelo era muy remao tirando de las alas muy hacia la cola.

Los otros, los conocidos por "Valencianos" eran en tierra algo más grandes y también algo más desgarbados. Estos eran de cabeza más almendrada, tal vez con algo menos de curva. Sus carúncu­las no tenía la forma de corazón de los alicantinos, sino como si fuera una almendra, más cerrada por el centro y más larga hacia el pico. Éstas se les solían deformar con la edad, manteniéndose, por contra, lisas en los alicantinos aunque engordando al envejecer. Sus ribetes también eran algo distintos, eran más pronunciados, más gruesos y más pálidos que en los primeros. También en el aire eran algo distintos; eran más largos de cola y la solían poner plana. De la parte de "alante" eran cortos de cuello, con algo de hueco en la parte de atrás ("joroba") y con un poco pellejo, aunque bien colocao y sin balancearlo. La manera de volar era con los vuelos más abiertos y no tan remaos.

También en el carácter eran distintos, los primeros eran fogosos y muy trabajadores, los segundos algo más parados pero más sobrios.

Estas dos líneas de palomos se cruzaron entre sí, si bien en porcentajes distintos según el carácter del aficionado y dependiendo también del contexto en que se encontrara el palomar. Si cerca de una torre, se preferían alicantinos, si había mucho hembreo en los alrededores, "avalencianaos". Pero en general, creo que la afición ligó sobre un 70% de alicantinos y un 30% restante de valenciano.

Hasta aquí la historia de nuestro palomo es historia del Puerto, pero posteriormente y hará de esto unos cuarenta años, poco más o menos, esta se traslada a Jerez, y digo esto porque la historia de gran mayoría de los palomos de clase que tenemos en la actualidad siguen manteniendo su historia verbal de parentesco con los palomos de Jerez y por contra han perdido todo su nexo de unión con los del Puerto.

En Jerez la génesis en la historia del palomo de clase parte de D. Álvaro Real. Los palomos de D. Álvaro fueron ligados aquí y allá. Uno de los que los ligó fue D. Ra­fael Cepero ("Rafael el manquito"). Y creo que Rafael fue uno de los pioneros en realizar los primeros trastoques en dirección al palomo actual. Rafael cogió una prieta perdida, le gustó y la ligó con sus pájaros. Éstos venían sacados sobre todo de los pájaros de D. Álvaro Real. Nadie sabe de donde venía la prieta, pero la verdad es que forma una escisión con lo anterior. Los descendientes de esta eran más largos de cuello, y más colocados hacia adelante. También estaban más cubiertos de la parte de detrás, era más abultada. En lo referente al vuelo también cambiaron pues eran más rápidos que los alicantino-valencianos así como más elegantes, ya lo que aquí conocemos como "monta", estos lo hacían de manera portentosa. Se le sacaron a la prieta tres azules conocidos en Jerez como el azul grande, el azul del medio y el azul chico. El que fueran más bellos hizo que sus descendientes se extendie­ran rápidamente por todo Jerez trastocando toda la afición.

Estos son los que los jerezanos conocen como el palomo antiguo, pues anterior a estos azules es como si se estuviera estado haciendo la travesía del desierto, pues poco queda en la memoria de la afición jerezana.

Luego algo más tarde y de manos de D. Juan Luis Sánchez ("El calvo") se hace una liga con una especie de "quebrao" o "gorguero" o "holguero" o como quiera que se le quiera llamar. Estos eran de cola muy vuelta hacia arriba y muy abanicada. El cuello era muy largo y recto hacia arriba. Por ser muy aparatosos rápidamente llamaron la atención de todo Jerez. Todo el mundo quería un mixto de gorguero, así que se importaron muchos ejemplares de estos y se ligó, a mi pensar en demasía, pues aunque creo que el cruce fue bueno, pienso que la composición de la nueva formula era desequilibrada hacia el gorguero.

Para cuando la afición se cansó de la nueva moda muchos buenos ejemplares habían sucumbido. Y aunque la afición volvió hacia los antiguos, los caracteres deletéreos (picos finos, carúnculas casi inexistentes, lentitud en el vuelo y falta de carácter) estaban ya integrados de forma ineludible en nuestro palomo.

Quiero desde aquí defender a D. Juan Luis Sánchez al que la afición de Jerez acusa injustamente de haber sido el que deterioró al palomo. Juan Luis sólo ligó un par de palomos, así que su aportación fue mínima, fue la afición entera la que cometió el error de cruzar en demasía.

Afortunadamente no todo lo que aportó el último cruce fue malo, hoy, aunque después de mucho trabajo, disfrutamos de un palomo que sin este cruce no sería el palomo que tanta admiración despierta no sólo en nuestro rincón de Cádiz sino que actualmente es un palomo con una proyección de futuro enorme. El saber conjugar belleza y carácter no es fácil. Nuestra península está llena de palomos buenos pero feos de solemnidad o bellos que no vuelan ni a tiros.

Si de algo me siento agraciado con mi afición es que aunque la belleza en reposo también se mira, el cultivo de la morfología es en el aire, y ésta es predominante. Y una belleza que se tiene que construir siempre será más sorprendente de una belleza que lleve encima. Yo lo llamo belleza dinámica frente a belleza estática, y, claro una estética en movimiento siempre será más viva que la del palomo en el suelo. Esto es de lo que creo que se ha dado cuenta últimamente la afición al Jiennense y creo se está trabajando en ello.

Bueno, pues sin más, me despido de vosotros, no sin antes invitaros a conocer nuestro palomo. Creo que no os defraudará. Hasta siempre.

EL PORQUE DE ESTE NOMBRE

Hace algunos años cuando empezaron a venir las vacas Suizas a Rota, los vaqueros para diferenciarlas de las que por aquí se tenían, las cuales no tenían la exhaustiva selección de las suizas, llamaban a estas últimas como vacas de clase. Aquellas vacas que eran más gordas, más grandes y daban bastante más leche, no eran de las normales que todos tenían, eran vacas que se consideraban entonces mejores, eran vacas que se consideraban que pertenecían a la nobleza vacuna, eran vacas de mucha clase, eran vacas de buena clase, eran vacas de clase.

Esta peculiar manera de hablar gustó y por contagio se propagó hacia otros cultivos de animales, empezó a darse gallinas de clase, gallos de pelea de mucha clase, caballos de buena clase y como no, palomos de clase. A estos últimos los conocía la afición por alicantinos, pero no era este un nombre que arraigara en Rota. Como además nuestro palomo es un palomo que a poca distancia carece de lo barroco de otras razas (buche hinchado, narices protuberantes, etc.), se le podía confundir con los comunes. Por ello había que diferenciarlos. Se solía decir cuando hablabas con un profano: <>. Y el gentilicio sin buscarlo nadie y sin partir de alguien en concreto, apareció.

Luego bastante tiempo después y con los intentos de conseguir el estándar de nuestro palomo se le empezó a buscarle un nombre. Unos querían ponerle Buchón Portuense, otros Morrillero Gaditano, otros que Deportivo Jerezano, en fin que no había unanimidad. Por aquel entonces yo quería escribir en la revista Palomos Deportivos sobre nuestro palomo y no tenía un nombre con el que encabezar mi articulo. Le pregunté a mi hermano, palomero también, que qué le parecía que pusiera. Y mi hermano con su praxis habitual me contestó que yo como Roteño tenía que ponerle el nombre que por el cual se le conocía en mi pueblo, que luego el nombre ya aparecería. Y así hice. Luego escribí otro par de artículos con el mismo gentilicio y como el sofisticado nombre no aparecía se le acabó llamando por el resto de la palomería Gaditana como “El pájaro de Clase Gaditano”.

Hasta aquí es como apareció el nombre de nuestro palomo. Ahora contaré en la situación en la que se encuentra Rota.

La composición del palomo que cultivamos en mi pueblo suele ser sobre un 50% de palomos de ascendencia Jerezana, un 25% de ascendencia Porteña y otro 25% de creación propia. Cuando en la sociedad de palomos deportivos “La Portuense” se plasmó en papel como serían las directrices por las que guiarse en lo referente a lo que sería el palomo ideal, a los Roteños nos pareció bien, pues se intentaba con ello recuperar aquel que se consideraba el palomo antiguo. Pero claro lo que no creíamos nosotros era que en la búsqueda de ese santo grial tuviéramos que abjurar del palomo actual. Al palomo cuantas más cosas se les sumen mejor, más difícil, pero mejor será este. Los retoques hechos por los Jerezanos habían mejorado el palomo, pero para los Porteños esto les sonaba a moda pasajera, así que se dedicaron a recuperar el antiguo, pero claro este había dejado de existir como tal con lo que había que inventárselo. Y no es que yo esté en contra de los cruces; ahora es cuando nos ha dado la vena purista pues hasta antes del dogmatismo que impone los estándares, toda la península era un puro cruce intentando mejorar lo que se tenía; ahora lo hacemos igual pero a escondidas. Bueno pues como iba diciendo en ese inventarse el antiguo se olvidó el aire, fijándose nada más que el suelo. Y claro, si tienes un chucho en el aire, como no lo lleves a exposiciones para que puñetas lo quieres. Esto entendiendo que para cazar no hace falta la morfología para nada y con ende ningún estándar.

miércoles, 18 de abril de 2012

Estanda del Buchon laudino

Genealogía: Tiene su origen genético en el resultado de cruzar el Laudino Valenciano con un determinado Rafeño altamente influenciado por el Gorguero y algo de Marchenero antiguo (ambos buchones). De aquella inicial hibridación, sobre los años 1.939/40, se modificaron ciertos caracteres estéticos y eliminados otros de condición o comportamiento, consiguiendo así un prototipo distinto del resultado que, en principio, aportaron las razas que lo integran. Ya, con la debida fijación selectiva, nace en Sevilla el Buchón "LAUDINO SEVILLANO".
                                                Macho Laudino

Semblanza: Palomo buchón, de buche redondeado en forma de pera y de pluma sedosa y esponjosa; tamaño mediano y de gran armonía de proporciones; ligero de peso; patas medianas y de constitución fuerte. Su cabeza, constituye uno de sus principales determinantes estéticos; suavidad de líneas curvas; desarrolladas carúnculas nasales; pico mediano y grueso y ojos vivaces de orla plana y ligeramente espaciosa de color pajizo preferentemente.

Temperamento: Agil, dinámico, altamente temperamental y con gran apego a su territorio. Sus acuciantes dotes de seducción, su arrullo de tonalidad grave, su comportamiento meloso con la hembra y la particular facultad para el vuelo, efectuando distancias en búsqueda de emparejamiento, le hacen ideal para la "suelta en celo" (tiempo en vuelo sin hembra) para cuyo fin se destina y selecciona. Ha de cuidarse, pues, de su moderada constitución atlética y de su dulzura con la hembra, sin que por ello pierda nada de sus características. Todas estas particularidades han de valorarse en certamen de ámbito cerrado, según el entendimiento de los jueces especializados de la raza que regula el presente estándar.

ESTANDAR

Aspecto general: En este apartado se integra la puntuación por proporciones o visión armónica de conjunto; los signos de nobleza o determinantes ocultos de la raza y todas las cualidades deseadas son de las razas matrices que lo formaron. Las proporciones deseadas son: largo de 23 a 28 centímetros, medición a tomar desde el extremo anterior de la quilla hasta el final de la cola; anchura del pecho, lo más aproximado a la mitad del largo y el peso, entre 410 y 460 gramos. En posición estática, el cuello debe ser erguido, esbelto.

                                                        Macho laudino con un año

Cabeza, línea que configura su entorno: Rigurosamente uniforme y suave la curvatura o silueta de su cabeza; sin el más ligero promontorio ni hendidura en toda su trayectoria desde la punta del pico a la nuca, acentuada en los dos extremos; mediación del pico y poco antes de la nuca. Esta armonía de línea, sólo será interrumpida temporalmente, por el lugar que ocupan las carúnculas nasales; prescindiendo imaginativamente de éstas, ha de observarse que cabeza y pico aisladamente, siguen la misma línea ovalada. Se dice que la cabeza de un Laudino Sevillano, es "almendrada" por la similitud de su silueta con la de una almendra por su parte más curvada, o que es "acarnerada" por el parecido con la frente de carnero. La pluma, debe ser corta, suave y bien asentada.

Carúnculas nasales: Deben ser abundantes, con uniformidad entre ambas y con el mínimo de rugosidad; abiertas por la parte alta, junto a la frente; en disminución hacia la comisura del pico, en línea ovalada; llenas, repletas y desprendidas hacia arriba: similar a un triángulo equilátero, redondeado por sus ángulos y algo por sus caras. Vistas frontalmente, con el pico como primer plano, las carúnculas nasales en círculo, deben tapar parcialmente la frontal de la cabeza, con un reparto uniforme.

Verrugas: Las verrugas, son unas membranas carnosas y redondeadas, similares en composición y colorido a las carúnculas nasales, situadas en la parte inferior del pico. Como ideal, debe tener tres del tamaño de vezas remojadas y más abultada la del centro, aisladas entre sí, delimitando el contorno de cada una aunque estén juntas. Puede tener una sola, la del centro, que habría de ser más gruesa o las dos laterales, puntuándose por este orden. Las verrugas, unidas a las carúnculas nasales en círculo, es apetecible que formen la apariencia de una especie de "rosco" que, como factor estético, favorece el conjunto de la cabeza.



Pico: Mediano y grueso, en forma de piñón; la mandíbula superior, por encima, debe tener su propia curvatura, más agudizada que de la cabeza, pero siguiendo desde su parte trasera, el mismo trazado o armonía de línea con el resto de la cabeza; en la mandíbula inferior, la curvatura hacia arriba, es más leve; ambas mandíbulas, deben estar perfectamente encajadas entre sí y sin desviaciones laterales; si la superior rebasa a la inferior, sólo será admisible mínima dimensión, sobre 2 m/m. del revestimiento del pico; la coloración, va estrechamente relacionada con la pigmentación propia o plumaje, siendo deseable, dentro de lo posible, las tonalidades claras, como hueso, cuerno... si por otras partes del cuerpo, no presenta síntomas de albanismo.

Ojos: Los ojos, deben ser hermosos espaciosos; estar situados más cerca de la boquera que de la nuca e inmediatamente encima de una supuesta recta boquera - nuca o incluso tocándola; si sobresaliente ni hundido con respecto a la cara y su color, acorde con el del plumaje pero de fuerte coloración, denotando la fogosidad del animal y sin manchas en él por desequilibrio melánico.

Ribete del ojo: Las membranas que circundan los ojos, deben ser una orla espaciosa, situada en el mismo plano de altitud que el ojo y la cara y de color amarillo pálido con preferencia o, también blanco como la carúncula nasal o según el plumaje, puntuándose por este orden. En todo caso, no debe ser carnoso o abultado para no hacerle perder la redondez interior ni el volumen del ojo.

Buche: Abultado, redondeado y medianamente colgante, tomando como base la quilla, en forma de pera; de pluma sedosa y esponjosa; con los extremos laterales debe cubrirle los codillos de las alas e incluso rebasarlos; el tornasol del buche, ha de llegarle hasta final de lo que en sí es buche, hasta la quilla. Partiendo de la parte baja del pico y surcando toda la frontal del buche... es deseable que tenga un pliegue vertical que aparenta, en su caso, el estar rajado, se denomina "buche rajado" y es una cualidad muy estimada.

Albardilla, cola y patas: La albardilla, ha de ser ancha, siempre que su exceso, no de motivo a que ahueque la cola, admisible esta caída de cola sólo en mínima proporción. La cola, debe ser mediana y plana y en la mano aparentarlo. Las patas, deben ser medianas y con aspecto de fortaleza (se utilizan anillas de 9 m/m.), las uñas, también deben ser medianas.

                                                                          Hembra laudino
                                                                 Hembra laudina con un año

Colores de pluma: Se admiten todos los colores, puntuándose menos los que tengan intercaladas plumas blancas por desequilibrio melánico.

Defectos: Buche pequeño, descolgado o rozado; Tamaño o Peso desproporcionado; Cabeza falta del armónico arqueado exigido; Carúnculas Nasales escasas o desiguales; Pico fino, en forma de punzón, sobresaliente con exceso la parte superior en forma de gavilán, que la mandíbula inferior esté inclinada hacia abajo semejándose a un plátano; ribete del Ojo carnoso; Pluma mal constituida, defectuosa o mal cuidada; Alas colgantes (aleto), no llegarle hasta el final de la cola; Cola caída o ahuecada con exceso o algo subida por los lados. Maltratar a la hembra. Y, en general son defectos, todo cuanto vaya en contra de las descritas propiedades de la raza, teniendo más tolerancia, los pequeños desequilibrios entre las características de las razas que lo integran, que las influencias extrañas a estas razas.

Observaciones: Las formas óptimas y proporciones a que se refiere el presente estándar, han de considerarse en plenitud de desarrollo, cumplido el tercer ciclo de muda, a los dos años y medio aproximadamente. En las hembras, por lo general, sus rasgos son menos agudizados.